My Trip to Georgia


 

 

Mi viaje a Georgia—

Y no era conocido de vista,
a las iglesias . . .






[2col1]COMO se muestra en el recuadro, una de las cosas hermosas que admiramos en Jonesboro son los grandes árboles que hay en las casas. Aquellos pinos, robles, y nogales son árboles gigantes. Pero lo que más apreciamos fue el recibimiento, el gran aprecio de los hermanos que nos mostraron. El hermano Neil Coleman y su esposa Sara vinieron al aeropuerto. Ellos son grandes de edad y a ambos les gusta caminar (esa tarde después de la cena fuimos a caminar un rato por las calles) y el hermano Neil aun cuando ya anda en sus 77 años de edad le gusta correr en bicicleta largas distancias.

Siendo que ese día, siete de mayo, era nuestro primer viaje a Jonesboro, Georgia y llegar a ese gran aeropuerto de Atlanta, donde cientos de personas iban y venían, usted se preguntará, ¿cómo le hicieron para reconocerse?. Muy sencillo, al hermano Neil se le ocurrió tener en su mano un rótulo con letras grandes: SPENCER y mi señal que le di fue que yo llevaría puesta una cachucha blanca y camisa azul y de compañero un joven alto de casi 6 pies, nuestro hijo Omar. Fue fácil el encuentro,  pero para llegar hasta donde ellos estaban fuera del área de seguridad, tuvimos que caminar como 5 millas desde que bajamos del avión. El encuentro fue de gran regocijo y de inmediato viajamos en el auto de ellos como 25 millas al sur de Atlanta para llegar a su hogar.

Esa tarde vinieron dos hermanas que hablan algo de español y el predicador Ron Edwards con su esposa y disfrutamos una excelente cena. El hermano Edwards de inmediato me puso en contacto por teléfono con el joven Esteban para que lo invitara a él y a sus padres a la reunión de la iglesia el siguiente día. Ellos habían estado solicitando si les prestaban el edificio para tener sus reuniones  con personas de habla española. Su padre es pastor de una iglesia Pentecostés o Asamblea de Dios. Parece ser que nuestra visita fue oportuna, pues esa tarde hablé con Esteban en español y logramos invitarlo que vinieran el siguiente día para conocernos personalmente y así sucedió. Ellos asistieron el domingo en la mañana y tuvimos una buena entrevista e intercambiamos direcciones para seguir estudiando la palabra de Dios. Después de la entrevista, los hermanos Ron y Neil les hicieron ver que no podían prestarles el edificio para tener sus reuniones, pues ellos creen en usar instrumentos de música en el culto y algunas otras diferencias en que no están de acuerdo.

[endcol] [2col2]Omar me dice que al tomar la santa cena, cuando pasaron el plato con el pan, el joven tomó el pedacito de pan en su mano y luego cuando pasaron las copitas con el jugo de uva también agarró la copita, pero no sabía que hacer y voltió atrás y le hizo señas a Omar con su rostro perplejo, como diciendo: ¿y esto, me lo tomo ya? y Omar le hizo señas con la cara que sí,  “cómelo”. Parece que hay iglesias que toman la santa cena cada mes,  cada quien agarra los elementos (pan y el jugo) y esperan hasta que se da la orden, que todos al mismo tiempo, coman y beban los elementos de la santa cena.

Pero los invitamos que siguieran viniendo para estudiar más la Palabra de Dios. El domingo, el hermano Ron al introducirme ante la asamblea dijo citando las palabras de Gálatas 1:22: “Y no era conocido de vista a las iglesias de Galacia” – Y lo que dijo el apóstol Juan: “… pues espero ir a vosotros y hablar cara a cara, para que nuestro gozo sea cumplido.” (II Juan 12).

Así era el caso con su servidor. La iglesia en Jonesboro ha tenido comunión conmigo en la predicación del evangelio por más de 18 años sin conocerme en persona, solamente en retratos y por mis reportes. Los dos sermones que prediqué ese día fueron: Honor to the mothers (Honor a las madres) y The Truth (La Verdad) usando el proyector y transparencias.  Estuvimos muy contentos porque en la tarde asistió también el hermano Ricardo E. Baca , quien fue el que me recomendó con la iglesia en Jonesboro. Gracias a Dios tuvimos gran regocijo.

Otro día regresamos muy agradecidos que Dios nos concedió conocer a nuestros hermanos en Jonesboro y por su hospitalidad que nos brindaron.

 

—Roberto V. Spencer

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