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La Obra de Evangelismo de la Iglesia

 


 

 

El más noble de todo trabaja—

Escuchar a Dios;
Hablar en nombre de Dios





»La casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente,
columna y baluarte de la verdad.« —I Timoteo 3:15


EN LA MENTE del mundo en general se asume que cualquier obra de buen mérito puede caer bajo la responsabilidad de la iglesia. Sin embargo, para el hombre de Dios, cuidadoso de lo que dice el Señor y temeroso de El, sabe que obras de alta estimación por la gente como la política, obras de recreo, obras de descubrimientos científicos, y obras de negocio material no tienen parte con la misión que el Señor ha puesto a la iglesia. ¿Cuál, pues, es el trabajo o la obra de la iglesia del Señor?

Aparte de la obra benévola, es la misión principal de la iglesia notificar (anunciar o predicar) la multiforme sabiduría de Dios a la gente en pecado, (Efesios 3:10). Además, Dios ha decretado que la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, sea la columna y apoyo de la verdad (I Timoteo 3:16).

Y por varios ejemplos bíblicos se puede más bien entender esta verdad de Dios — porque así se aceptó y se practicó entre las iglesias del Señor en el primer siglo. Desde el primer día de su existencia la iglesia en Filipos tuvo “comunión en el evangelio”, o sea, que tenía parte en esparcir el evangelio del Señor entre la gente de su tiempo (Filipenses 1:5). Y la iglesia en Tesalónica divulgó la palabra del Señor no solo en Macedonia y en Acaya, mas aún en todo lugar, la fe de ellos en Dios se había extendido (I Tesalonicenses 1:8).

Es por estas revelaciones divinas que resta en los hombros de la iglesia del Señor de llevar las “nuevas de salvación” a los habitantes de este mundo perdido hasta donde sea su capacidad. No tiene ella autoridad de lo alto para huir o correr de su obligación, ni mucho menos pasarla a nadie, ni a gobiernos, ni a organizaciones, ni aún a un hombre. Es de ella, dada de Dios y se debe ella conformar con esto que es de ella.

Cuando la iglesia toma a corazón su misión de salvar almas por el evangelio, no tiene tiempo, ni lugar, y ni mucho menos fuerzas materiales para echarse obligaciones que Dios nunca le ha dado. Es en esta labor tan inmensa y preciosa que la iglesia del Señor puede rendir su más grande servicio a la humanidad.

En cumplir esta misión tan goriosa y noble, la iglesia no solo puede encargarse de su propia obra local, sino también puede mandar a uno o más predicadores a trabajar con otra congregación de menos habilidad. En Hechos 11:22, nos damos cuenta que la iglesia que estaba en Jerusalén envió a Bernabé a predicar a la iglesia en Antioquía. En tales casos la congregación más fuerte manda la ayuda (salario) directamente al obrero. Tal fue el caso con el apóstol Pablo. El, estando en Tesalónica, predicándole a la iglesia allí, recibió “lo necesario una y dos veces” de la iglesia en Filipos (Filipenses 4:15-16).

También puede la congregación cooperar con varias congregaciones en el sostenimiento de un predicador, pero en tal caso cada congregación manda su parte de ayuda al obrero en la labor. Otra vez más se puede ver esto en otra ocasión con el apóstol Pablo. El no permitiendo la ayuda de la congregación en Corinto, obtenía su mantenimiento de dos maneras distintas: Haciendo tiendas con sus propias manos (Hechos 18:3) y recibiendo salario de varias iglesias de Macednia (2 Corintios 11:8,9). Dice en el versículo 8: “He despojado las otras iglesias, recibiendo salario para ministraros a vosotros.”

Estos medio de evangelizar al mundo por la iglesia fueron muy poderosos en el primer siglo por la declaración que dió el apóstol Pablo: “El cual (el evangelio) es predicado a toda criatura que está debajo del cielo.” (Colosenses1:23). Además representan la sabiduría de Dios que ningún hombre puede mejorar. ¿O acaso hay escriba o erudito hoy que le haya instruído a Dios diferente o le haya cambiado la mente? Que salga el tal de entre los mudos para oirle y contestarle.

Son tan extrañas a la Biblia las prácticas de algunos hermanos hoy como centralizar fondos en una iglesia o en un hombre para evangelizar al mundo, como fue la famosa “Sociedad Misionera” en hacer la obra de la iglesia en años pasados en este país. Sí, la mucha confianza en la sabiduría de este siglo, la gloria de los hombres, el miedo a ellos, la pérdida de sostenimiento causan a muchos hermanos a persistir en obras humanas que no pueden defender olvidando y haciéndose sordos a los dichos de Dios.

Por lo tanto, dejemos a la iglesia que haga su obra de enseñar la palabra de Dios a la gente, usando ella hoy los preceptos y ejemplos que usó la iglesia del Señor en el primer siglo en cumplir su deber. Y que nosotros los hombres, el pueblo de Dios, nos conformemos con la sabiduría de Dios en llevar a cumplimiento la obra de la iglesia; que nuestra sabiduría es débil, inútil, y sin fuerza, que nunca llevará a cabo el deseo de Dios. Y en fin, no le pongamos cargas a la iglesia del Señor que Dios Todopoderoso nunca le ha puesto.

—Fernando H. Coronado



El Contendor, Septiembre, 1958.  Una publicación por Sr. S. R. Magaña originalmente dirigida a la distribución entre feligreses pequeños en Texas y México. Usar aquí por el permiso amable.

Fernando H. Coronado

¡Descnse en paz, hermano Coronado!


El 11 de octubre y fue sepultado el jueves 13 de octubre de 2011. Edad 88 años.Antes de morir pidió que los hermanos: Arturo Rodríguez A. y Vicente Ramirez S. predicaran en su funeral. Ellos fueron viejos amigos y compañeros en la predicación del evangelio. Le sobreviven 4 hijos y 3 hijas: Robert, Richard, Roy, Ronnie, Alma, Roxana y Nelda. El hno. Coronado y su esposa Margarita fueron profesores de escuela, pero como en el año 1955 decidió dedicarse a la predicación del evangelio todo su tiempo y comenzó a predicar a la gente de habla hispana en Sinton, TX. Algunos que obedecieron el evangelio en Sinton y vinieron a ser predicadores con el tiempo fueron: Abelino Amador, su hijo Rubén Amador, René García, Arturo Martinez y quiza algunos otros.

Después de Sinton se movió a Weslaco, TX y predicó allí algunos años a la iglesia. Finalmente se cambió a Brownsville donde predicó a la iglesia en 204 Mildred St. En este tiempo volvió a trabajar para sostenerse en la escuela y se preparó para ser Principal – Consejero, y al mismo tiempo predicaba. Fernando Coronado era muy elocuente en el púlpito. Era invitado a predicar series de predicaciones a las iglesias en otros lugares. Fue muy estimado. Damos nuestras condolencias a todos sus familiares. ¡Descnse en paz, hermano Coronado!

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