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De una costilla

 

Solo, totalmente solo—

Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre,
hizo una mujer, y la trajo al hombre man. —Génesis 2:22

INTENTAR distinguir el meollo de la diferencia entre los hombres y las mujeres muy bien puede estar fuera de nuestro alcance; después de todo, las cosas secretas pertenecen a Dios (Deuteronomio 29:29). El pensamiento moderno tiende a decir que no hay diferencia, que los dos son intercambiables, que lo que el hombre puede hacer, también lo puede hacer la mujer, y lo puede hacer mejor. Más o menos por ahí va el pensamiento.

Sin embargo, desde una perspectiva bíblica, todos sabemos que los hombres no son mujeres y que las mujeres no son hombres —

¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo? —Mateo 19:4

Es obvio que hay similitudes, pero también es obvio que hay diferencias inexplicables, por ejemplo; el caminar de la mujer tiende a ser diferente del caminar del hombre simplemente por su constitución física. Los movimientos físicos de la mujer son diferentes ya sea que se trate de lanzar una pelota, o al sentarse, o al montar una bicicleta; aun en el nivel celular, ella es diferente; la mujer es homogamética porque tiene dos cromosomas iguales (XX) mientras que el hombre es heterogamético, tiene un cromosoma (X) y un cromosoma (Y). Algunos estudios sugieren que aun los cerebros funcionan de diferente manera; la mujer usa partes del cerebro que el hombre no usa, sin embargo ambos llegan al mismo resultado cuando se trata de un problema matemático. También, las mujeres ven los colores de diferente manera; lo que un hombre llama color púrpura, la mujer lo llama morado, o violeta..

Otro estudio reciente propuso que los hombres nunca se recuperan totalmente de una separación o de la pérdida de la esposa; que aún años más tarde, continúan sintiendo el dolor; la pena nunca lo deja. La mujer, por supuesto, puede ser igualmente davastada por un divorcio o por la muerte de su cónyuge pero su manera de lidiar con su pérdida involucra sus amistades, sus hijos, y las reuniones familiares. Aparentemente, ella puede con mayor facilidad hablar de sus problemas con un amigo cercano. El hombre es más raservado, es posible que ni siquiera sepa cómo verbalizar lo que siente. Se siente totalmente solo aun cuando esté rodeado de sus hijos y nietos. El vacío dentro de él, nunca lo abandona

Ya sea que este último estudio sea cierto o no, hay ahí, al parecer, una diferencia entre un hombre quien pierde su esposa por muerte y la mujer quien pierde su esposo; el viudo parece perdido, inclusive torpe, a diferencia de una mujer. No se quiere decir con esto que la mujer no queda abatida por la pérdida de su esposo porque así es, especialmente cuando ha sido un buen matrimonio; sin embargo se las arregla para manejar su problema. Un escritor hablaba de un hombre en sus noventas quien caminaba de un cuarto a otro en su casa mencionando el nombre de su mujer una y otra vez, llamándola con su rostro bañado en lágrimas; las más de las veces, tales hombres siguen a sus esposas en la muerte.

El hombre la extraña muchísimo; sin embargo, su soledad parece ir más allá de la pérdida de su esposa; muy bien pudiera ser que su soledad va hasta el Edén. El hombre, y solamente el hombre, entiende lo que es estar totalmente solo. Dios lo dijo:,

No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. —Génesis 2:18

Quizá haya un recuerdo del Génesis en cada hombre. Quizá así es—

Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas —Colosense 3:19

The La próxima ves que su esposa y usted estén en un restaurante, compartiendo alimentos con otras parejas, y ella se levanta y dice: “Voy al baño, ¿alguien quiere venir conmigo?” – puede que tal momento lo deje perplejo y debería sentirse así. Dios los hizo varón y hembra; ella no es usted.  Vive la différence.

Traducido por E. Spencer