La vida tiene un fin

Aun cuando vivimos muchos años,

el viaje pronto termina—


Son pocos los hombres que dejan esta vida habiéndola vivido como ellos desearon y como la planearon. Para la mayoría de nosotros hay algo que dejamos incompleto, algo que alguna vez intentamos hacer, o decir, pero nunca lo hicimos. Llegó nuestra hora final, y nos encontró sin preparación y nuestra vida se vivió solo a medias. Nos encontramos al final de la vida solo para descubrir que nunca  hemos vivido. Tuvimos la intención de que fuera de otra manera, pero nunca lo fue.

Una de las más grandes tragedias es una vida nunca vivida. Todos soñamos en grande, todos planeamos en grande, pero para muchos todo queda en sueños, sueños pospuestos hasta que ya no nos queda más tiempo para soñar. Encadenamos nuestra vida, y entonces nos asombramos de cómo es que la vida ha pasado tan rápido ante nuestros propios ojos. ¿A dónde se han ido los años? ¿Cómo es que la mujer que está frente a mí fue alguna vez la pequeñita que con tanto cariño tuve en mis brazos?  ¿Es este joven el niñito que solía jugar en el patio? Yo no recuerdo cómo me fui haciendo viejo. ¿Cómo es que ellos crecieron?  Nosotros engrillamos nuestra vida lejos, y entonces, nos preguntamos cómo la vida pudiera pasar tan rápidamente ante  nuestros propios ojos.

Cualquier cosa que nosotros hacemos, por supuesto, realmente no puede alterar nuestro tiempo asignado,  no podemos agregar un día ni siquiera a la duración de nuestra vida.  Nosotros vivimos igual a los peones impotentes en un juego que ni entendemos, ni controlamos.  Y todavía, nosotros podemos estar como los peones en un juego predeterminado, pero nosotros también somos peones que están vivos y quién puede asir el momento de la  vida.  La verdad es que nosotros sostenemos nuestro destino en nuestras propias manos.

Demasiado triste para los hombres que temen no pueden hacer nada en la vida.  Cada puerta buena que viene a ellos, ellos la cierran herméticamente.  Cada bendición que Dios da en ellos, ellos encuentran falta.  Ellos están satisfechos con ser miserables, y cierran sus oídos a lo que ellos no desean oír.  Ellos viven su vida en recuerdos pasados de lo que debe de haber sido pero nunca será.  O, ellos viven para las promesas de un  mañana que nunca vendrá.  Ellos nunca viven para el presente, no obstante que el presente  es lo que Dios nos concede.

La vida es un regalo de Dios, un regalo precioso.  Nunca malgastemos lo que Dios nos ha concedido.  Vivamos este día hablando palabras buenas a nuestra esposa, pasándose tiempo con un padre anciano, o haciendo una pausa para contemplar la belleza del mundo alrededor de nosotros—la imagen de una puesta del sol, la suavidad de una brisa refrescante, y el color de una rosa en su fulgor. Pronto envejeceremos — muy, muy pronto.

 

Oh, Dios, abra mis ojos que pueda yo ver el mundo que Usted ha hecho.  Que pueda yo vivir la vida que Usted me ha concedido. Cambie mi corazón para que pueda ver el mundo que Tu has creado Cambia mi vida para que pueda realmente comenzar a vivir la vida que Tú me has dado. Que nunca me queje del destino de mi vida. Permíteme hacer a un lado mis problemas y preocupaciones. Proporciona fuerza a mi espíritu para que pueda triunfar sobre la adversidad.  Dame el pan cotidiano hoy, Oh Dios, y permite que pueda vivir los días que me has asignado en esta vida. —Amen.


Respondió el hombre, y les dijo:
Pues esto es lo maravilloso,
que vosotros no sepáis de dónde sea,
y a mí me  abrió los ojos.”
Juan 9:30