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Las Bienaventuranzas: los perseguidos


De ellos es el reino de los cielos

»Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí,
no es digno de mí
— Mateo 10:38


C omo vemos, en esta bienaventuranza el Maestro Jesucristo no habla más de características que debemos tener sus discípulos, sino de la recepción que nos darán los del mundo, que son contrarios, los que son enemigos de Dios. El Maestro nos hace la advertencia de lo que nos sobrevendrá y, si estamos dispuestos a soportar, seremos bienaventurados

»Bienaventura los que padecen persecución por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.«
—Mateo 5:10

Los apóstoles sufrieron allí en Jerusalén tal persecución, que hasta fueron azotados cuando les quisieron prohibir que predicaran el evangelio de Cristo. Abra la Biblia y lea en Hechos 4:18-29. Note lo que ellos decían en su oración: “Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra” (v. 29). La segunda ocasión que los apóstoles fueron llevados ante el concilio, el sumo sacerdote les preguntó: “¿No os mandamos estrictamente que no enseñasen en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina…” Evidentemente ellos no se amedrantaron. Pues, “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:27-29). Y vemos que al final dice que después de azotarlos, los apóstoles “salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo” (Hechos 5:40-42). ¡Qué gran ejemplo nos dejaron los apóstoles! Son dignos de admirar.

El apóstol Pablo es otro gran ejemplo de uno que sufrió gran persecución. Notemos lo que le dijo a Timoteo: “Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor”… Y aquí nos fijamos que advierte enseguida, “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (II a Timoteo 3:10-12). No cabe duda, Pablo sufrió tremendamente por la Causa de Cristo, lea más sobre eso en II a Corintios 11:23-28.

Los hermanos en Tesalónica, dice el apóstol Pablo, recibieron la palabra “en medio de gran tribulación” y que “partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor….” y los hermanos de Macdonia y Acaya y otros lugares contaban como se habían convertido de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero” –(I a Tesalonicenses 1:6-9). Ellos sufrieron tribulaciones y Pablo añade diciendo que, “enviamos a Timoteo… para confirmaros y exhortaros respecto a vuestra fe, a fin de que nadie se inquiete por estas tribulaciones” (I a Tesalonicenses 3:2,3). Debemos estar dispuestos a obedecer el evangelio, no importa que nos vengan tribulaciones, persecuciones o desprecios aun de nuestros propios familiares, porque eso nos hará ser bienaventurados ante los ojos de Dios.

Cristo Jesús dijo: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros… si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra” (Juan 15:18-20).

En conclusión, recordemos las palabras del apóstol Pedro: “Pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello” (I de Pedro 4:16). Cristo dijo que debemos gozarnos y alegrarnos, “porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos” (Lucas 6:23). Roguemos a Dios nos ayude a tener esa madurez espiritual que necesitamos para soportar las tribulaciones y persecuciones que nos vengan por obedecer el evangelio de Cristo y perseverar siendo fieles hasta el fin. Recordemos: Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.” —Mateo 5:11.

—Roberto V. Spencer


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