Los Mansos —
Pase lo que pase las condiciones exteriores,
el favor de Dios está sobre los sumisos
En Mateo capítulo cinco (5) encontramos las bienaventuranzas que el Maestro Jesucristo dijo al introducir aquel famoso “sermón del monte”. Son una serie de paradojas (o sea, opiniones contrarias a las comunes). Los conceptos que el Maestro expresó en esas bienaventuranzas, iban en contra de la opinión común. Es necesario que entendamos que Jesús hablaba desde el punto de vista espiritual y no del material o físico.
Comencemos a considerar aunque sea brevemente, quienes son aquellos que Jesucristo considera bienaventurados o dichosos:
»Bienaventurados los Mansos« —Mateo 5:5
Ahora nos toca considerar la tercera de las bienaventuranzas que el Maestro Jesucristo dijo en el comúnmente llamado “sermon del monte”.
Así como nosotros apreciamos y nos gusta montar un caballo manso, Dios también aprecia y se agrada de aquellos que son mansos. Hacemos la pregunta: ¿Qué significa ser manso?. El diccionario dice: “Adjetivo, suave, apacible … que no es salvaje.” Lo contrario de manso es ser bronco, o sea, tosco, áspero. Dios no se agrada del hombre (o la mujer) que es tosco (a) o áspero (a) en su comportamiento hacia los demás. Por ejemplo, el apóstol Pablo escribe diciendo a los maridos: “… y no seás ásperos con ellas” (Colosenses 3:19). En otras palabras, ser mansos es tener la disposición de aceptar los mandatos u órdenes de Dios sin resistir, sin rebelarse. Dejar que la rienda de Dios nos guie en todo. La rienda de Dios es Su palabra revelada en las sagradas Escrituras.
Nuestro Señor Jesucristo fue manso, pues él dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.” (Mateo 11:29). Como vemos, el Maestro requiere que nosotros sus discípulos también aprendamos a ser mansos. En el Antiguo Testamento se nos dice que esta fue una cualidad que tuvo Moisés, pues la Escritura dice: “Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra” (Números 12:3).
La palabra: Mansedumbre significa: “Calidad de manso, apacibilidad, benignidad.” En Gálatas 5:22-23 se nos dice que es un fruto del Espíritu y debemos procurar tenerla, como le dijo el apóstol Pablo a Timoteo: “Mas tú, oh hombre de Dios, … sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.” ( I a Timoteo 6:11). Es muy importante tener mansedumbre ( ser mansos) especialmente cuando tenemos que tratar de restaurar a los que caen en alguna falta. Pablo dice: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, …” (Gálatas 6:1-2). A Timoteo le dijo: “Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen…” (II a Timoteo 2:24-25).
Roguemos a Dios que nos ayude y aprendamos a ser mansos, a tener mansedumbre en nuestro trato con los demás.
– Roberto V. Spencer