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La Ley como Pedagogo, parte 1

Debería de haber una ley

 

así pensamos erróneamente

»Las exhortaciones de nuestros instructores,
la vigilancia de nuestros pedagogos,
Y las oraciones de nuestros padres« —Quintiliano

 

Debería de haber una ley, exclamamos con frecuencia en medio de la frustración, pensando que la ley es un remedio. La ley puede restringir, puede castigar, es cierto, pero también puede ser ciega. La dama Justicia aparece con una espada en su mano derecha, símbolo de que la ley castiga, una báscula en su mano izquierda, símbolo de equidad, y con una venda en los ojos, símbolo de que la justicia es ciega. Nos gustaría  que así fuera, que es neutral, que se aplica a todos por igual.

 

Pero, hay otro sentido en que la justicia puede ser ciega. No ve las consecuencias.  Una ley puede resultar en consecuencias no deseadas o no intencionales por supuesto, en que el remedio es peor que la enfermedad. Es entonces que nos vemos obligados a legislar otra ley, para corregir las fallas de la primera. Permítame explicar.

Considere por un momento las sentencias obligatorias y el abuso de las drogas. Parece bastante simple. Que el crimen sea proporcional al castigo, y viceversa, que el castigo sea proporcional al crimen. Sin indulgencias judiciales. Si la persona es culpable, su sentencia es obligatoria, sentencia que está ya prescrita por estatuto. Una vez que se determina la culpabilidad, se aplica la sentencia, y  eso es todo.

Al menos, así es como la ley debe obrar. Sin embargo, lo que realmente sucede es muy diferente con un resultado que a veces es evidentemente injusto.

Por ejemplo, en la Florida, la posesión de una cantidad relativamente pequeña del  analgésico farmacéutico hidrocodina, conlleva una sentencia obligatoria de 25 años, sin embargo, la posesión de 300 libras de cocaína conlleva una sentencia obligatoria de solo 10 años. Aparentemente, el castigo por la posesión de una droga menor es más estricto que el de la distribución de cocaína. Esa no fue la intención de la ley, pero eso es lo que sucede.

La noción completa de los sistemas legales y los resultados a veces inesperados, es un proceso interminable. Legislamos una ley, y entonces legislamos otra para enmendar la primera, luego legislamos una más, para enmendar la ley enmendada, y así sucesivamente. La protesta “debería haber una ley”, refleja un mal entendimiento de lo que realmente la ley puede hacer. Sin tomar en cuenta las consecuencias no deseadas se acepta que la ley debe existir y debe aplicarse. Las dos acciones son complementarias. La ley por sí sola no logra su objetivo si no se aplica. De la misma manera, la justicia pude ser ciega, pero hay un jurado que pude ver, al menos de vez en cuando. Es lo mejor que podemos hacer. Tratamos de balancear los defectos inherentes poniendo restricciones a la ley misma.

Podemos gritar, “Debería haber una ley.” Sin embargo, también sabemos que la ley como sistema, nos puede fallar. Es posible que una persona inocente sea condenada a prisión de por vida, pero eso no significa que no debemos mandar a prisión a nadie.

Un ejemplo aun peor es el de un corruptor de menores. Nadie quisiera tener como vecino a un corruptor de niños, no obstante eso, la ley actual, protege a los corruptores permitiendo que sean nuestros vecinos. Incuestionablemente esta es una ley muy pobre y es un insulto legal para los ciudadanos. La ley no debería proteger al culpable, sin embargo, aparentemente eso es exactamente lo que hace. Quizá podríamos exigir que se permita al corruptor de menores, o al violador, o al miembro de pandillas, que viva cerca de los que legislaron esta ley que supuestamente los protege. Lo que es más, obligar al criminal a que viva de vecino del juez que lo dejó libre. Eso sería hacer honor a la justicia.

No obstante eso, aun cuando la ley es perfecta, como la que Dios le dio a Moisés, quedan algunas debilidades fundamentales. Hay algunas cosas que la ley nunca podría lograr, aun cuando esa ley haya sido escrita por Dios. Pongamos como ejemplo el asesinato. Asesinar es contra la ley de Dios, pero, ¿evita eso que los hombres asesinen, o adulteren, o deshonren a los padres, o usen el nombre del Señor en vano? La ley puede restringir el comportamiento, pero no puede transformar a un hombre malo en bueno. La ley no puede obligar a un hombre a que ame a su esposa, o a que sea compasivo con sus semejantes. La ley restringe, pero no puede alcanzar el alma del hombre. La ley no puede prevenir el asesinato

 

 

 

 

Gálatas: el concepto de la ley

En Gálatas aprendemos que las insuficiencias de la ley son eliminadas por un evangelio que va más allá de la ley. La ley fue añadida a una promesa que Dios había hecho siglos antes (3:8). Sin embargo, al procurar prevenir un daño, la ley resultó en la promulgación de un perjuicio, que, irónicamente iba en contra de la misma gente que deberían cumplir esa ley (3:10). El defecto no estaba en la ley, sino en la gente gobernada por la ley de Dios. Como resultado de esto, en lugar de ser una ventaja, la ley resultó en un daño irreparable, funcionó como una maldición. Cada infracción, por insignificante que fuera, significaba que el violador era considerado culpable de no haber cumplido la ley perfecta, perfectamente. Este standard era más de lo que cualquiera de nosotros podía hacer. Ya sea que se tratara de una falta (omisión) o un crimen, ambas eran consideradas como un asunto de ley. Ciertamente, la ley pudo haber sido una medida temporal que tuvo la intención de restringir un comportamiento rebelde, contumaz, pero el resultado final fue que la ley como régimen empeoró las cosas (3:19). La ley vino a ser una trampa legal en lugar de una solución, aunque Dios nunca tuvo la intención de que la ley actuara como una solución. De hecho, Dios había hecho una promesa que precedió y eventualmente sustituyó la ley.

Siglos antes de la ley de Moisés, Dios hizo una promesa a Abraham. Una promesa conlleva una intención de actuar, (o en algunos casos, de no actuar). En este caso, Dios había prometido una bendición. Aquella promesa fue hecha realidad en Cristo: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo” (4:4). Se concluye pues, que la ley fue temporal. La ley fue como un tutor (ayo, guía) sobre un niño que algún día será el heredero de una fortuna (3:24,25).

Aquella promesa representó una garantía de parte de Dios, cuyo resultado fue una extraordinaria liberación de exigencias legales y en una absolución de todo pecado:

Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. —3:8

En la ley tenemos restricciones, deficiencias, lenguaje legal, amenazas, y sentencias tanto por violaciones como por omisiones. En el evangelio, tales recursos legales y responsabilidades se trasforman en perdón, misericordia, reformación, y dominio auto impuesto. En la ley, el enfoque es el comportamiento. En el evangelio, el enfoque es el corazón. La ley nos condena por lo que hemos hecho o por lo que debimos hacer y no lo hicimos. El Evangelio toma nuestra condenación y nos ofrece una segunda oportunidad y entonces, va más allá impartiendo dentro de nosotros una dimensión espiritual que hace que esa segunda oportunidad sea algo que sí podemos hacer.

Permítame explicar, si me es posible. Si vemos la ley como si fuera un examen de cálculo, quizá podríamos entender el cambio completo de jurisdicción y la total abrogación de la ley. En realidad, el evangelio funciona como una liberación legal. Finalmente fuimos liberados, no más arrestos. La ley no podrá más procesarnos por algo de nuestro pasado. ¿Pero qué del mañana? ¿Fui liberado de mi pasado solo para enfrentarme a un futuro que eventualmente me condenará?  Pecar significa que he fallado, que he equivocado el blanco. El problema es que aun cuando se me dio otra oportunidad por lo que previamente había fallado, voy a fallar (pecar) otra vez. Quizá no en la misma manera, pero eventualmente voy a flaquear.  Voy a fallar. Voy a ser reprobado en la misma forma en que reprobaría un examen de cálculo o cualquier otra materia de la que sé poco o nada. Puede ser que el maestro me de otra oportunidad en cálculo, y es posible que conteste correctamente algunas de las preguntas, pero el resultado sería el mismo, reprobaría el segundo examen así como reprobé el primero. La compasión del maestro no me ayudaría en nada. Entonces, si interpretamos el evangelio como si fuera una ley corregida que nos ofrece una segunda oportunidad, prácticamente no tenemos oportunidad o posibilidad. A menos que el cáncer sea extirpado completamente, el mal volverá con fuerza mortal.

Estas descripciones pueden parecer difícil de explicar y  difícil de entender, principalmente porque estamos hablando de una realidad espiritual e invisible. La parte interna del hombre está más allá de la jurisdicción de la ley. El pecado opera en el ámbito invisible del alma. Si el problema es un alma corrompida, entonces la solución tiene que ser algo que efectúe un cambio al nivel del alma. La ley puede guiar, puede restringir el comportamiento. La ley puede condenar, pero no puede reformar el alma. El alma está más allá del alcance de la ley, pero no está más allá del alcance de la fe. Es posible que no podamos entender cómo es que el evangelio nos cambia, y al mismo tiempo nos provee del perdón por nuestros errores, y nos concede una segunda oportunidad que nunca termina. No podemos ver lo que sucede dentro de nosotros así como no podemos ver el viento. Sólo podemos ver los efectos. Sin embargo, Sin importar lo que hayamos sido en la vida, sin importar los errores que hayamos cometido, Dios cambia todo de un solo golpe: “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo” (4:6). Nosotros, que fallamos miserablemente ya no somos más unos fracasados. Nuestros errores pueden haber sido muchos; nuestros pecados, abominables, pero Cristo es superior a todos los errores que se hayan cometido por todos los hombres que han vivido y vivirán. El evangelio no es una ley corregida, no funciona como ley. La fe es la victoria que vence al mundo.

 

La ley como ayor

Quizá, pudiéramos tener una apreciación más profunda de lo que la ley logró si estudiamos la metáfora de la ley como ayo (pedagogo) sobre el niño que algún día será el heredero. Como heredero, el niño, por supuesto, está por sobre el ayo, pero no hasta que llegue a la edad establecida en el testamento. Hasta entonces, el ayo tiene custodia y permanece con el niño constantemente—

De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo. —3:24, 25

El pasaje parece suficientemente claro, aunque el concepto de ayo como traducción de pedagogo, no parece ser muy adecuada. Ayo, según el diccionario, es una persona encargada de criar o educar un niño. Pedagogo no era un maestro, más bien era un esclavo que acompañaba al niño (adolescente) en camino a y de la escuela como también a todas partes. En realidad, el pedagogo era un asistente o guía constante. Sin embargo, el concepto de pedagogo combinado con instrucción es un tanto exacto. Por ejemplo, paideía, en la Grecia antigua era la instrucción completa de un niño, que incluía el buen comportamiento y el desarrollo cultural en la lectura, la escritura, las matemáticas, la filosofía, la música, la gimnasia, y la etiqueta, (comportamiento formal en las reuniones importantes). Pedagogo y paideía son términos comunes y por eso, tienen significados comunes. Pero, la paideía, es decir, la enseñanza no era impartida por el pedagogo. Es el caso de la palabra enciclopedia que sugiere un concepto similar: encyclo, círculo o sistema de una paideía (enseñanza). También tenemos la palabra pedagogía, otra clara referencia a paideía.

El objetivo de la paideía era entrenar al niño en una educación propia, y en lo que tiene que ver con la etiqueta. Dirigir al niño hasta llegar a ser adulto donde una conducta autónoma reflejaría la herencia y cultura Griega correcta. La paideía no se concretaba solo al hecho de aprender hechos, también incluía la formación del carácter. Se esperaba que un Griego bien educado se comportara con el aire refinado de un caballero, en la misma forma en que se comporta un caballero de la realeza Británica o un caballero andante como Don Quijote. El deber del pedagogo era reafirmar, cuidar que el niño se comportara de acuerdo con ese código de conducta. La paideía era parte integral de ese código. La excelencia, el honor, el auto control eran parte de la paideía, tanto como lo eran la retórica, las matemáticas, o la música. Inclusive el entrenamiento físico del cuerpo, así como también la habilidad de manejar una espada, formaban parte de una bien redondeada educación del niño.education.

In Aristóteles, en su Ética a Nicómaco aboga por una vida disciplinada y sobria en lugar de una vida desperdiciada en la autocomplacencia, o vivir el momento nada más. La educación del niño debe poner énfasis en los principios morales, en hacer el bien de manera correcta en el tiempo oportuno. El peligro de una vida reaccionaria es que, aun cuando la persona hace algo correcto, la acción misma está fuera de proporción. El padre que sobre disciplina a su hijo por una infracción menor es un ejemplo de una vida desproporcionada. No consiste solo

Bust of Aristotle, National Museum of Rome

en hacer el bien, sino hacerlo en el tiempo oportuno. Puesto que los niños por naturaleza se conducen por un comportamiento impulsivo, si ese comportamiento no es corregido, el resultado será un hombre sin gobierno e ingobernable, un hombre que vivirá gobernado por sus propios apetitos egoístas. Desde el punto de vista de Aristóteles, tal persona nunca podrá ser obediente a la autoridad simplemente porque no tiene la habilidad interna de gobernarse a sí mismo. Este aprendizaje de principios morales, es entonces, un elemento importante en el desarrollo del niño, o como Aristóteles lo explica, “La parte apetitiva de nosotros debe ser regulada por principios, así como el niño debe vivir en obediencia a su pedagogo” (1119b).

Cuando aplicamos este telón de fondo al pasaje en Gálatas, la metáfora del pedagogo como ayo se hace más comprensible. De la misma manera que un pedagogo, la ley funcionó como un ayo temporal o provisional con el propósito intencional de guiar a aquellos que estaban bajo su control hacia una excelencia moral. En este caso, el objetivo sería una integridad moral en la que la sobriedad y la virtud actuaban como guía, y no como un esclavo pedagogo. La función de la ley fue llevarnos a Cristo. Parece ser que los Gálatas querían una ley codificada en lugar de un código de piedad, funcionando a nivel del alma, que transforma el comportamiento y el hombre como ninguna ley jamás lo ha podido hacer. El evangelio de Cristo no es un pedagogo legal. El evangelio es el cumplimiento de la promesa hecha por Dios. Al anunciar el santo evangelio, Dios no estaba sustituyendo una ley por otra.

 

 

 

 

El Paidagogos

Sin embargo, en la paideía Griega, con frecuencia la práctica estaba muy lejos de lo ideal. No todo pedagogo era lo que debería ser, a veces el maestro era manifiestamente inmoral. A decir verdad, una de las obligaciones del pedagogos era proteger al niño de su maestro. Plutarco condenó la práctica de algunas familias que escogían a los mejores esclavos para mayordomos u otras posiciones de responsabilidad, mientras que a los esclavos peores se les daba el puesto de pedagogos the role of paidagogos:

En estos días, el curso que muchos hombres toman en este asunto, es digno de mucha risa; porque, si algunos  de sus siervos son mejores que los demás, los colocan en posiciones de administración, algunos en navegación, otros en mercadería, otros como mayordomos de sus casas, y otros para que les manejen el dinero. Pero si descubren que un esclavo es borracho, o glotón, y que no sirve para ningún otro negocio, le asignan el gobierno de sus hijos.                      —La Educación de los Hijos, 7

De igual manera Tácito, reflexiona sobre una tendencia prevaleciente en la que el entrenamiento propio de un niño era dejado para los peores recursos disponibles. Tácito habla de maestros que se enfocaban más en la adulación y la arrogancia que en el desarrollo de un buen carácter. De igual manera los padres de esos niños se fascinaban por intereses demasiado superficiales como hablar con labia, (palabrería), caballos, actores, gladiadores. Si en aquel tiempo hubiera habida una Oprah Winfrey o un Oscar Awards, no hubieran hablado de otra cosa:

En nuestros días confiamos el infante a una muchachita sirviente Griega que es asistida por uno o dos esclavos, comúnmente de los peores, criaturas totalmente ineptas para cualquier trabajo de importancia. Sus cuentos y sus prejuicios invaden desde un principio la tierna e inocente mente del niño. A nadie en la casa le importa lo que dice o hace ante su maestro de niños. Aun los mismos padres familiarizan a sus pequeños, no con a la virtud y la modestia, sino con el sarcasmo y a la labia, cosas que conducen a la de desverguenza y al desprecio de sí mismos y de otros también. Realmente pienso que los vicios característicos y peculiares de esta ciudad, como el fanatismo por actores y la pasión por gladiadores y caballos, son concebidos en el vientre de la madre. Cuando estos vicios ocupan y poseen la mente, ¡qué poco espacio queda para aprovechamientos dignos! Realmente son pocos los jóvenes que  hablan de cosas importantes en sus casas, y cuando entramos al salón de clases, de ¿qué trata la conversación de los jóvenes? Aun con los maestros, esos son los tópicos (actores, caballos, gladiadores) de conversación con sus eruditos. De hecho, atraen alumnos, no por lo estricto de la disciplina, o por dar prueba de capacidad, sino por halagos asiduos y trucos astutos de palabrería. —Diálogoss, 29

Dado al descuido en escoger un pedagogo capacitado, al menos por algunos padres, no debe sorprendernos que tal pedagogo sea demasiado severo con el niño y aun irrazonable. De hecho, la descripción de un pedagogo que lleva un palo curvo ilustra la disciplina severa que en ocasiones administraban. Nerón, por ejemplo, en una ocasión mandó ejecutar a un hombre nada más porque parecía un pedagogo. Es cierto que el hecho fue caprichoso, pero algo en el pasado de Nerón causó que ordenara la ejecución. (Suetonio, Vidas, Nerón 37). Claudio compartió sentimientos similares acerca de un pedagogo que él tuvo cuando era niño, llamándolo “bárbaro miserable,” y arriero de mulas, escogido con el solo propósito de censurar y castigar por cualquier ofensa insignificante” (Suetonio, Vidas, Claudio 2).

Tales descripciones negativas solo son posibles cuando también hay altos ideales. Después de todo, un padre no puede ser un mal padre si no se tiene la noción de lo que es ser un buen padre. Afortunadamente, hubo muchos que vivieron apegados a un código de alta calidad moral y que insistieron en que un hijo debe ser criado sin la fascinación de lo superficial y lo patético. Éstos, se apegaron a las normas de la dignidad y la bondad, y siguieron el camino de una vida de altos principios morales.

Quintialiano describe sus años formativos moldeados por “las exhortaciones de nuestros instructores, el cuidado de nuestros pedagogos, y las oraciones de nuestros padres” (Instituciones 1.2.25). Aquí, la importancia del pedagogo va la par de las oraciones de un padre o una madre. En hogares como estos, el noble pedagogo era considerado como una gran bendición. Cicerón expone un punto de vista similar en la ocasión en que su única hija Tulia cayó gravemente enferma. En ese momento Cicerón se encontraba lejos de ella, pero en una carta dirigida a un amigo íntimo (Ático), expresa la seguridad que tuvo en que Tulia sería atendida constantemente por su doctor y un pedagogo que parece que había estado con ella desde su niñez. (Ático. Libro 12. 33). Desafortunadamente,  los cuidados del doctor y del pedagogo no pudieron evitar la muerte de ella. Para Cicerón, aquella pérdida fue especialmente aplastante. Él y Tulia eran muy cercanos.

En la segunda tetralogía en Antífona, un desconsolado padre llora la muerte de su joven hijo muerto por una jabalina. Aunque la muerte fue considerada accidental, el padre argumentaba que alguien debería hacerse responsable:

AAunque haya sido un accidente…los efectos son los mismos de un asesinato. Sin embargo, ellos negaban rotundamente que ellos lo mataron, y sostenían que no eran responsables ante la ley que prohibía quitar la vida ya fuera por error, o de cualquiera otra forma. . —3.3.7

Parece ser, que había un buen número de jóvenes en el evento, cada uno supervisado por su propio pedagogo. Lo que este apesadumbrado padre no podía entender es que ningún pedagogo anticipó el peligro. Por lo que el  padre dice, no se puede determinar fácilmente que la muerte del joven fue causada por negligencia, lo que sí está claro, es la confianza que las familias respetables ponían en un pedagogo. En este caso, ningún joven debería morir, dada la presencia de tanto pedagogo.

Paidagogos, Archaelogical Museum, Pella, Macedonia

En la terracota (escultura de barro cocido) antigua las imágenes reflejan un sentido de confianza y devoción. Un buen número de imágenes describen a un pedagogo cargando en sus brazos a un niño cansado. En muchas familias, el niño era supervisado por el pedagogo casi desde su infancia y probablemente con frecuencia se dormía en sus brazos. Por ejemplo, el pedagogo del joven Hércules, fue también su niñero. Aunque, usualmente pensamos del pedagogo como un acompañante del niño de la casa a la escuela, y de la escuela a la casa, siguiendo al niño, y cargando lo que ahora serían sus libros o su canasta de alimentos. Es cierto que ese fue el deber más importante del pedagogo. Sin embargo, un buen número de palabras del Griego, nos ofrecen un vistazo de una misión más amplia del pedagogo. Ciertamente, el pedagogo seguía (akoloutheo), caminaba atrás del niño,  usualmente cargando una o dos cosas. En otras ocasiones dirigía o guiaba (ayo) al niño. Por supuesto que el pedagogo era en gran medida responsable de la educación moral del niño y en ese sentido, también lo dirigía, y  más todavía, como en el caso de Hércules, en que su pedagogo algunas veces actuó como niñero (trepho). La palabra niñero, probablemente debería entenderse en un sentido más amplio poniendo énfasis en la formación del carácter del niño. El bienestar físico del niño era importante, pero sin descuidar el desarrollo social y moral de éste.

 

 

 

 

Batallas decisivas y los pedagogos
Ciertamente que una de las descripciones más contundentes de la influencia de los pedagogos viene de una fuente muy diferente, no de la familia, ni de la escuela, sino de los campos de guerra. Veamos dos de estos ejemplos, cada uno ilustrando la gran confianza asociada con los pedagogos.La Batalla de Salamina

En la víspera de la Batalla de Salamina, Temístocles confió el resultado total de la guerra a un pedagogo. La Batalla de Salamina ha sido llamada por algunos historiadores militares la más grande batalla naval de todo los tiempos. Ciertamente que las muertes en esta batalla fueron más numerosas que las que haya habido en cualquier otra batalla naval. En un intento de atraer a los Persas hacia aguas más favorables para la marina Griega, Temístocles, secretamente envió al pedagogo de su hijo a los Persas, con una mensaje que llevaba la intención de persuadirlos a que atacaran la isla de Salamina. Puesto que el pedagogo era de la familia inmediata de Temístocles, los Persas pudieron pensar que el mensaje era digno de ser creído y, por eso, aceptable para hacer lo que el mensaje indicaba.

Los barcos de guerra de los Griegos eran por mucho, superados numéricamente por la flota Persa. De acuerdo a Herodoto la marina Griega incluía cerca de 378 trirremes; (Galeras movidas por remos) mientras que la marina Persa contaba con alrededor de 1,207 trirremes. No se conoce el número exacto de los barcos de guerra en Salamina, pero la superioridad numérica de la flota Persa era aproximadamente de tres a uno. Si la batalla hubiera sido en aguas abiertas en lugar de en los estrechos de Salamina, la marina Persa hubiera aplastado a la flota Griega. Estimulado por la confianza de su extraordinaria ventaja, Jerjes ordenó poner su trono en la cúpula del Monte Aigaleos. De allí él podría apreciar el desarrollo completo de la batalla, y la matanza de los Griegos. Jerjes fue testigo de una matanza, pero de su propia fuerza naval. La clave de la batalla fue un pedagogo de confianza y un mensaje secreto que fue recibido.

 

La batalla de Cannas

En este siguiente ejemplo de los pedagogos y la guerra no se trata de un pedagogo real como en el caso de Temístocles. Más bien, la palabra es usada en sentido burlón. No obstante eso, el insulto ilustra la fiel dedicación de un pedagogo. En la segunda Guerra Púnica entre Roma y Cartago, Aníbal invadió la península Italiana, cruzando los Alpes  con elefantes de guerra. El ejército Romano consistentemente había sufrido derrotas masivas luchando contra Aníbal. En la Batalla de Cannas, por ejemplo, murieron o fueron capturados por un ejército mucho más pequeño, más de 70,000 soldados Romanos en una sola tarde. Aunque, ningún elefante de guerra participó en este conflicto. Es discutible si los cálculos de Polibio son completamente correctos, lo que no se discute es que los Romanos sufrieron pérdidas asombrosas sin paralelo en la historia militar. Un historiador anota, que dado que la entera batalla duró unas cuantas horas, 600 soldados morían cada minuto de la riña, hasta que la noche trajo un final al estrago. Quizá Libia subraya la desesperación total que cayó sobre Roma:

Nunca antes…ha habido tanta excitación y pánico dentro de sus muros. No intentaré describirlo, ni debilitaré la realidad entrando en detalles…lo que ahora se anuncia no es heridas sobre heridas sino desastre multiplicado. Porque de acuerdo a los reportes dos ejércitos consulares y dos cónsules se perdieron; ya no hay más ningún campamento Romano, ningún general, ningún soldado en existencia; Abulia, Samnio, casi la totalidad de Roma está a los pies de Aníbal. Historia de Roma, libro 22

 

Para entender que tan decisiva esta batalla realmente fue, solo hay que recordar que en una tarde, en una sola batalla, los Romanos sufrieron más muertes en Cannas que los Americanos en la Guerra de Vietnam en un espacio de 20 años.Hasta Cannas, todas las batallas contra Aníbal se habían desarrollado dentro de una topografía limitada, en cambio las llanuras de Cannas deberían de haber proveído a los Romanos la capacidad de aplastar a Aníbal definitivamente. Al menos eso fue lo que los Romanos pensaron. Aparentemente, ningún ejército Romano, sin importar lo bien posicionado o lo numeroso que fuera, podía igualar en batalla a Aníbal. Los cálculos de Tenable dan a los Romanos una ventaja de diez a uno con aproximadamente 300,000 soldados, mientras que el ejército de Aníbal apenas si contaba con 30,000, y muchos ni siquiera entendían el lenguaje de los otros. Al final, en la tercera guerra Púnica, la tenacidad de los Romanos vencería a Aníbal en Cartago, pero esa batalla vendría más tarde. El general romano que superó a Aníbal, basado en una excelente estrategia, fue Escipión el Africano. En honor a él, todo un continente lleva su nombre debido a la importancia de aquella victoria.

Aníbal: “Encontraré el camino, y si no, hago uno.” "

 

En escaramuzas anteriores, el general Romano Fabio Máximo, optó por una estrategia diferente a la de Cannas, siguiendo siempre a Aníbal a distancia prudente, y dando marcha atrás cuando Aníbal se preparaba para atacar. Convencido de que un enfrentamiento en campo abierto sería desastroso, Fabio procuró agotar, cansar el pequeño ejército de Aníbal. Comprensiblemente, otros Romanos se burlaban de esta estrategia. En la opinión de ellos, Fabio había escogido la cobardía en lugar de una confrontación decisiva. En un afán de desprecio, le llamaban el pedagogo de Aníbal. Sin embargo, como Plutarco lo anota, Aníbal tenía una opinión muy diferente acerca de Fabio:

La mayoría de sus enemigos pensaban que era un hombre sin valentía, un don nadie, todos, excepto AníbalPlutarco Vidas Paralelas, Fabio Máximo 5.2

La burla se transformó en ironía cuando uno de los militares de Fabio lanzó un ataque contra Aníbal y hubiera muerto en la matanza si no hubiera sido que Fabio estaba cerca para rescatarlo. Después de este suceso, Fabio debió haber sido llamado el pedagogo de aquel impulsivo e impetuoso general, cuyas esperanzas vanas habrían arrasado con una legión Romana entera. El nombre del general era Marcos Minucio Rufus. En la historia ha habido cinco generales que de alguna manera se asemejan a Aníbal: Alejandro el Grande, Napoleón, Robert E. Lee, y Erwin Rommel,   todos obtuvieron victorias decisivas sobre fuerzas superiores. Más que ningún otro Romano, Fabio comprendió la siniestra amenaza que Aníbal representaba y las deficiencias del ejército Romano para enfrentarlo, pero lo venció en Cartago, gracias a su excelente estrategia.

Volviendo a Gálatas por un momento, y al concepto de la ley como pedagogo. Podemos decir con certeza que en el mundo antiguo un pedagogo no era un maestro. Gobernador quizá fuera una traducción mejor, pero como sugerimos antes, ayo, o maestro, al menos implica algún sentido de desarrollo y aprendizaje del niño. El hecho es que no tenemos un equivalente moderno de pedagogo. En otro artículo veremos el pedagogo como es visto en una conversación entre Sócrates y un joven llamado Lisias. También veremos algunas traducciones bilingües que ilustran la vida diaria del pedagogo y el niño confiado a su cuidado. »La ley fue nuestro pedagogo para llevarnos a Cristo.« La ley es diferente al evangelio, así como el pedagogo es diferente al niño que es  confiado a su cuidado.

 

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